Muchas veces he pasado de largo la película American Psycho cuando la he encontrado por ahí; no me interesa ver la historia de sangre de un asesino ficticio que sólo existe para satisfacer a los fans del género. Prefiero mil veces conocer la historia real del hombre que inspiró ese libro y película, Ted Bundy.
Aunque el número de víctimas varía según las fuentes (19 confirmadas al momento de la sentencia, hasta 35 según algún investigadores), la verdad es que Ted Bundy era todo lo que la película muestra: un simpático y carismático joven con buena educación, buena apariencia y un sadismo enfermizo impresionante. Se acercaba a todas con su sonrisa infalible y cuando bajaban la guardia las golpeaba en la cabeza para así dejarlas inconcientes. El resto no lo puedo escribir en este blog.
Por supuesto, para los propósitos de contar una historia cinemáticamente interesante, algunos de los hechos están cambiados en su orden cronológico o simplemente fueron omitidos, y los nombres de las víctimas han sido cambiados. Aunque la película es de bajo presupuesto y no cuenta con un reparto célebre, la puesta en escena es interesante, las caracterizaciones son realistas e incluso la ropa y los autos de la época corresponden más o menos a los reales; investigando después averigué que el VW Escarabajo de Bundy no era amarillo, sino café claro y se encuentra en un museo en Washington.
No es una película para disfrutar, sino para educarse, para aprender acerca del fenómeno que representan los asesinos en serie, para recordarnos que a veces el tipo más agradable del mundo puede llevar un monstruo por dentro.
Lobo.