Desde ahí, toda la historia está llena de las famosas y cuidadosas escenas surrealistas que Jeunet acostumbra regalarnos, con pequeñas viñetas animadas, efectos visuales obvios que no intentan pasar por reales, y por supuesto la prescencia de su buen amigo Dominique Pinon, infaltable en casi todas sus películas.
No importa si nos lleva a pasear por una ciudad húmeda y oscura (La Cité des Enfants Perdus) o si nos hace correr por nuestras vidas delante de los afilados dientes de unos extraterrestres asesinos (Alien: Resurrection), Jean-Pierre Jeunet tiene un don inigualable para transportarnos a lugares que sólo existían en su cabeza.
Micmacs es una película altamente recomendable para las personas de mente abierta y con imaginación; es de esas cintas que hay que "ver para creer".
Lobo.
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